¿Qué puede decirnos Lenin a los comunistas y trabajadores el día de hoy?

Lenin es principalmente, un revolucionario. Es en buena cuenta, la encarnación de la Tesis 11 del viejo Marx. Lenin es la voluntad por cambiar las cosas, por construir una nueva sociedad, por hacer una revolución de trabajadores para construir el socialismo.

A muchos estas ideas ahora parecen anacrónicas, desfasadas, ajenas o simplemente románticas e ineficaces. ¿Es así?

Hace unas décadas atrás, la idea central de "cambiar la sociedad" no era tan descabellada. Y muchos trabajadores se la tomaban muy en serio. La palabra "revolución" se escuchaba más en las reuniones políticas y sindicales. Hoy, las cosas parecen diferentes. Por lo menos en las reuniones políticas y sindicales, pues en los otros espacios, más bien todo sigue igual. 

Y en este cambio, Lenin ha sido casi desalojado. La revolución a la que dedicó su vida terminó fracasando a poco de cumplir 70s años, si no antes. Los que en la actualidad buscan cambiar las cosas, lo miran con recelo y prefieren pasar de largo. 

Y sin embargo, tengo la impresión, que este rechazo se debe principalmente a una mirada superficial y muchas veces mal informada sobre el proceso revolucionario de 1917 y sobre lo que pensó y actúo Lenin en dicho proceso. Trataré en esta exposición de contrastar el pensamiento de Lenin a los actuales problemas del cambio social. Obviamente se trata de apuntes muy someros, sobre temas muy amplios. 

Para esto, debemos partir de un primer punto. El discurso leninista no es para todos. Nunca fue intención de Lenin gustarle a todo el mundo. Si vives feliz en el capitalismo, es bien poco lo que Lenin tiene para decirte. El interlocutor ideal de Lenin, no es el ciudadano preocupado ni el burgues con complejo de culpa. Ellos pueden leer a Marx. 

Lenin es para los que pierden, los que están jodidos, los hartos, los que están a punto de explotar.  

Cambiar el mundo

En la actualidad hay dos grandes paradigmas para entender e intentar el cambio social. Entendemos por "cambio social" todo esfuerzo que desde la política se realiza de manera explícita y consciente para alterar las formas y sentidos del orden político. Es una definición muy amplia y básica, pero resulta útil para ir delineando el escenario donde nos movemos.

El marxismo clásico asume un modelo de "revolución social" a partir de un tipo particular de relación entre economía y política. Donde las relaciones económicas entran en contradicción con sus formas políticas. Para nadie es un secreto que el marxismo da un rol central al ámbito de la economía, relegando como "superestructura" al mundo de la política y las ideas.  

Este predominio de lo económico ahora esta en cuestión. Para los nuevos reformadores sociales, la política, la cultura y lo social son ámbitos tan importantes como la economía si no más que ella. En todo caso, se señala la interdependencia de todos los ámbitos de la realidad social. Este es el punto de partida en el debate actual sobre el cambio social y es la primera diferencia con el marxismo clásico.

Radicalizar la democracia

Decíamos que hay dos grandes "paradigmas". Al primero vamos a denominarlo modelo de "radicalización de la democracia". En este esquema se asume que la "democracia representativa" es la forma fundamental de la democracia. Hay una relación intrínseca entre capitalismo y régimen democrático. Y lo que antes era denominado "democracia burguesa" ahora es simplemente "democracia".

En este modelo, el proceso de cambio social se entiende como una extensión de la democracia. El objetivo entonces es profundizar, radicalizar, ampliar, extender, la democracia en el ámbito de lo social y/o político. Este proceso se entiende como una transición que puede implicar un nivel de conflictividad  pero básicamente se imagina como un conjunto de reformas y modificaciones que dentro de la legalidad institucional van ampliando los márgenes de dicha institucionalidad. 

Es un proceso sin plazo ni señales. Tampoco queda muy claro el destino final. Antes se hablaba de socialismo, ahora se habla de "más democracia" a secas. Para algunos autores, este crecimiento va por el lado de los derechos culturales, para otros se trata de imaginar nuevas ingenierías institucionales que permitan dar representación a la diversidad de colectivos existentes. 

A nivel de autores, buena parte de los cientistas y políticos de izquierdas andan por estas coordenadas. en general la vieja ala izquierda de la socialdemocracia internacional podemos ubicarla aquí. Una figura destacada es Anthony Giddens con su vieja idea de la Tercera Vía. En el área local, casi todos los "profesionales de izquierda" que no tienen adscripción partidaria se mueven en este modelo. 

Política de las identidades

El segundo modelo parte de constatar los cambios estructurales en la sociedad, con especial énfasis en identificar los sujetos sociales de cambio. Como sabemos el proletariado ha sido entendido como el sujeto revolucionario en el esquema marxista, pero este modelo, pone en cuestión dicho rol. Es decir, hay toda una reflexión -basada ciertamente en cambios reales- que señala el agotamiento o declive del rol de dirección o vanguardia del proletariado en el proceso de cambio social. 

Ante esta ausencia, se abre un espacio para identificar, señalar, construir otros sujetos sociales. Por un lado, hemos tenido un conjunto de pensadores que han señalado la desaparición de la clase obrera, como el texto de Andre Gorz "Adiós a la clase obrera"; cuestionando tanto la conformación socio económica del colectivo, en tanto los procesos de diferenciación social en el capitalismo avanzado definen una heterogeneidad social más amplia como el rol de vanguardia de la misma.  

Un sector en este grupo, va un poco más allá. Como sabemos, el postmodernismo se erige como el horizonte filosófico de estos tiempos. Desde allí, se cuestiona la idea de una verdad universal y se opone precisamente un universo de verdades, todas ellas relevantes. A nivel social esto se convierte en la idea que cada sujeto social es portador de su propia "verdad". De allí se desprende, el derecho de cada sujeto social de construir su propia "narrativa". Sólo una mujer negra estadounidense puede hablar de la realidad de las mujeres negras estadounidenses. En esta lógica, se trata entonces de hacer una política desde las "identidades" culturales.   

La sociedad contemporánea es entendida como un mosaico diverso de identidades. Son pues lo que antes denominábamos "nuevos movimientos sociales" y ahora son vistos como sujetos: feministas, ecologistas, LGTB y especialmente los indígenas. El proceso de cambio social es entendido aquí como la búsqueda de reconocimiento de cada una de las identidades. Es el proceso de ser reconocidas y escuchadas. 

Si el primer modelo podía verse reflejado en el ala izquierda de la socialdemocracia, este segundo reúne a los viejos ultrismos izquierdistas, ahora convertidos en defensores de identidades y colectivos. 

¿Qué hacemos, Lenin?

Estas son de manera muy esquemática los dos grandes ámbitos por donde se mueven aquellos que reclaman un cambio social, aquellos que están haciendo cosas para cambiar el mundo. Los "revolucionarios" del presente. 

Y desde el viejo leninismo, ¿tenemos algo qué decir? Tengo la impresión que sí. 

En primer lugar, hay que rescatar la relación entre la economía y el resto de los ámbitos sociales. Los dos modelos descritos, en parte por el descalabro del "socialismo realmente existente", la hegemonía del pensamiento económico neoliberal y la aparente supremacía del mercado, han abandonado la economía. "No hay alternativas" fue  un eslogan de la derecha tatcheriana y termino convenciendo a nuestra gente. 

Lenin nos diría entonces, que no olvidemos la economía ni el rol que cumple en la estructura social. El mundo de la economía no es un orden más. Vamos, que la economía sigue siendo la base de la estructura social. La economía, y no el mercado. 

Y siguiendo esta línea, en la reflexión leninista hay un elemento de análisis fundamental: las clases sociales. Resulta curioso como en el pensamiento de izquierdas actualmente, es casi inexistente un buen análisis de clase. ¿Realmente han desaparecido las clases? Es probable que algunos izquierdistas contemporáneos hayan pensado eso en las últimas décadas. Pero desde la crisis del 2008 y la manera que se han distribuido responsabilidades y sacrificios, no hay que ser muy zahorí para darse cuenta que todo esto tiene un tinte de clase más que obvio. 

Vamos, que las clases siguen existiendo. En el conflicto del proyecto minero Conga que ha dividido a la izquierda local. ¿hemos pensado que clases apoyan a cada lado? ¿no hay una mirada de clase en este proyecto? ¿Y como desde esa mirada se pueden deducir los limites y posibilidades de las fuerzas en pugna? 

Las clases siguen existiendo. Y es desde ellas que debemos hacer política. Probablemente también desde otros sujetos y colectivos. Pero nuevamente, como ha mostrado la lucha contra los programas post crisis 2008, sin una estrategia política que movilice activamente a las clases asalariadas, poco podemos hacer para cambiar eficazmente las cosas.  

También debemos de detenernos en una idea leninista que precisa aún más lo anterior. El rol del proletariado en el proceso de cambio. Es curioso como no solamente las burguesías del mundo se han esmerado en negar el rol de vanguardia y hasta la misma existencia del proletariado, sino que dentro de las filas de las izquierdas tenemos autores y compañeros que se suman a este coro.

Y si pues, hubo una época que estaba de moda renegar del proletariado. El movimiento sindical europeo -y ahora ellos lo vienen reconociendo-  apostó por la construcción del estado benefactor y dejó la revolución para un futuro cada vez más incierto. Hay indicadores económicos y de redistribución que son prueba de las ventajas de dicha apuesta. Pero también un proletariado aletargado, desmemoriado y demasiado cómodo resulta un pésimo defensor de ese estado de bienestar cuando llega la crisis y las burguesías retoman lo que antes cedieron. 

Por estas tierras, las diferentes dictaduras y dictablandas obligaron al proletariado, mucho más débil estructuralmente, a fortalecer su capacidad de lucha en la calle. Tenemos un sindicalismo más pequeño pero mucho más peleón. Y de la mano de esto viene también mayores niveles de politización. América latina probablemente sea el único continente donde obreros y comunistas mantienen lazos reales, orgánicos y eficaces.  ¿Cómo hubiera sido la respuesta a la crisis en Europa si hubieran dispuesto de lazos similares? 

Estas cavilaciones apuntan a una idea bastante sencilla: es muy dificil orquestar una acción colectiva de cambio social sin el apoyo consciente y orgánico de la clase asalariada.   

Y Lenin podría también subrayar una idea más. El concepto de "revolución". Es decir, la idea que el proceso de cambio tiene un momento de ruptura específico y definido. Esto es hoy día completamente ausente en la reflexión de izquierdas. Los dos modelos reseñados líneas arriba han renunciado a la "revolución". La "revolución" ha sido cambiada por el calendario electoral. Los que pregonan radicalizar la democracia o los que re-construyen identidades antes ocultas o subyugadas, no disponen en su estrategia de un momento de ruptura, aquel que hace un parteaguas. El proceso lo es todo, la revolución es nada, parafraseando al siempre oportuno de Bersntein.  

Y la verdad, es que hemos abandonado totalmente la idea de revolución sin mayor crítica ni balance. Es cierto que el experimento social de 1917 termino de manera desastrosa. Es cierto que otros procesos revolucionarios como el de China y los demás países de Asia o América han devenido en resultados no esperados o callejones sin salida. ¿Pero dichos resultados niegan de manera permanente todo proceso revolucionario a futuro? Realmente no.           

Eso es lo que me parece pertinente a la fecha del leninismo: la economia como base de la estructura social, el análisis de clase, el rol del proletariado y la idea de revolución como un momento de ruptura. 

Lo que NO dijo Lenin

Ah, pero claro, hay otras ideas que algunos nos han dicho que son del viejo Lenin, pero realmente no lo son. Asi que vamos a aprovechar para informar al público de estos lamentables e interesados  malentendidos. 

a.- el partido vertical
No hay en la vida y reflexión de Lenin nada que dibuje un partido vertical y autoritario. Cualquier revisión a su biografía y lo veremos en debates, discusiones, disensos en el partido. Para Lenin, el partido era un espacio de discusión y acción concertada. Pero de ambos elementos estrechamente entrelazados.  Interdependientes. Y esto fue así desde 1903 cuando el debate con Martov hasta despues de la revolución, con los debates sobre la paz de Brest-Litovsk o la NEP, pasando por la discusión sobre la toma misma del poder con Zinoviev y Kamenev en contra. 

Más claramente, la idea de un partido vertical y de voz única es creación de Stalin, no de Lenin.  

b.- el partido único
Ni Marx ni Lenin imaginaron nunca la transición al socialismo bajo un régimen de partido único. El "partido único" es el resultado de la experiencia soviética que vio a todos los partidos de izquierda pasarse de manera concreta a la subversión contra el gobierno obrero. Durante la vida de lenin ciertamente se dictaron medidas prohibiendo temporalmente a algunos partidos de oposición. Pero nuevamente fue Stalin quien convierte lo temporal en permanente y le da categoría de doctrina.  El régimen de partido único no viene de Marx ni de Lenin. 

c.- el socialismo en un solo país
Lenin muere esperando una nueva oleada revolucionaria ya sea desde Asia o Europa. Nunca estuvo en su esquema que la URSS iba a construir sola el socialismo. Es que para el marxismo clásico, ajeno a los manuales stalinistas, el proceso de transición del capitalismo al socialismo es de ámbito mundial. Un cambio de los modos de producción no puede seguir las variables fronteras políticas. 

Nuevamente, fue Stalin quien, una vez muerto Lenin, plantea esta hipótesis en el XV Congreso del Partido Comunista en 1927. Y lo hace claro, en oposición a los troskistas y zinovietistas. Lo que era una pugna de poder aparece como un debate doctrinal. La idea que un país puede alcanzar de manera completa el socialismo es únicamente de Stalin y ya hemos visto como terminó.       

Colofón

Si queremos entender el pensamiento de Lenin y ver si puede decirnos cosas pertinente a los que pretendemos ser revolucionarios hoy día, debemos leer directamente a Lenin. No bastan los resúmenes, no sirven los manuales, no resulta repetir lo que otros dicen. Hay que leer. el Que hacer, el Estado y la Revolución, el Imperialismo, fase superior... y las diatribas que escribe contra sus oponentes. Hay que leer. Cada uno en su casita debe leer. Y luego, en grupo, debemos discutir. No hay otra manera de construir nuestras certezas.    

Ya mucho tiempo nos hemos pasado repitiendo o aceptando cosas sin cuestionar. Si Lenin era bueno en algo, era precisamente en no aceptar nada por cierto sino era sometido a un minucioso análisis. Trabajo constante, trabajo concreto: podríamos intentar eso. Creo que nos ayudaría mucho como partido y ayudaría a la izquierda local.  



Bueno, esto es a grandes rasgos, lo que dije el otro día en el evento sobre el natalicio de Lenin que realizó mi partido, donde mis camaradas me escucharon para luego discutir animadamente. Quiero imaginar que este ejercicio de vida partidaria es el mejor regalo para nuestro buen Lenin.  



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