"Delegados fraternos" y democracia sindical


En Lima, según cifras oficiales, existen alrededor de 100 mil trabajadores afiliados a un sindicato. La cifra comprende a los trabajadores estatales, municipales, maestros, así como a los que laboran en la industria de manufacturas y alimentos. Hace unos semanas se realizó una marcha en contra de la reforma laboral que promueve la CONFIEP y que en sentido estricto, afectará a los trabajadores sindicalizados. Un cálculo generoso señala alrededor de 20 mil asistentes a dicha marcha.

¿Por qué no fueron los 80 mil trabajadores afiliados a un sindicato?

Probablemente, un porcentaje estaba laborando, tal vez la mitad. Entonces, alrededor de 40 mil trabajadores afiliados a un sindicato no participaron en una movilización que protestaba contra algo que los afecta directamente.

Un movimiento sindical donde de cada diez afiliados solamente dos se movilizan, es un sindicalismo en problemas. Podemos señalar múltiples razones para esta situación. De todas ella, deseo señalar una que me parece poco discutida: la despolitización de las bases sindicales.

Por "despolitización" quiero decir el proceso por el cual, tanto los dirigentes de base como los afiliados dejan de entender su problemática particular dentro de una interpretación que considere las diferencias de poder en la sociedad. De esta manera, muchos sindicalistas creen que sus problemas se explican por razones internas y que las políticas laborales o económicas que emite el gobierno, no les afectan y por lo tanto, no les interesa.

En los sindicatos se ha dejado de discutir de política. Los dirigentes de base están más interesados en buscar abogados que consigan un mejor convenio colectivo. Hay un creciente desinterés por los temas internacionales o por los cambios en la política nacional. Los temas que defiende la izquierda son casi chino para muchos sindicalistas. El resultado de este problema es que si los sindicalistas no son conscientes de sus problemas, difícilmente van a movilizarse para resolverlos.

¿Qué podemos hacer para revertir esta situación?

Hay que politizar a los dirigentes sindicales de base.

En los años 70 y 80, en los eventos orgánicos del sindicalismo, como las Asamblea Nacional de delegados participaban los "delegados fraternos". Es decir, delegados que particpan en la Asamblea solamente con voz pero sin voto. Esto era muy sencillo de establecer. Cada sindicato de base o federación de acuerdo a su número tenía la posibilidad de acreditar a uno o varios "delegados fraternos". 

No todas las bases lo hacían, sino principalmente aquellas donde había una presencia partidaria. Generalmente se trataba de los responsables políticos de las agrupaciones de izquierda. Los "fraternos" eran activistas de las agrupaciones políticas, estudiantes universitarios o jóvenes profesionales que participaban en las Asambleas de Delegados para incidir en los temas políticos, dando así espacio para un debate más ideológico entre los trabajadores. 

De esta manera, los delegados con menor formación política podían escuchar diferentes discursos y posiciones. Esto representaba una suerte de "escuela política" en base a la competencia democrática entre los diferentes grupos. Cada partido trataba de llevar a sus mejores agitadores y oradores, para defender sus posiciones y discutir con mayor solvencia. Los delegados escuchaban a cada orador que tenía además sus seguidores y detractores. Se lanzaban consignas y vítores para expresar el apoyo a cada agitador. 

Los "delegados fraternos" recibían una credencial de otro color, diferente a la de los "delegados plenos". Esto era así para garantizar el derecho de voto solamente a la representación sindical. Como ven, no es nada complicado ni engorroso el procedimiento de aceptar "delegados fraternos". 

A partir de los años 90, con la crisis de la izquierda y de los sindicatos, esta práctica dejo de ser popular. Lo cual ha sido un error. En la base de este error, yace la equivocada creencia que los dirigentes sindicales, por el sólo hecho de serlo, ya lo saben todo y no requieren de ninguna otra opinión externa. Surge así el caudillo sindical sabelotodo e incuestionable. 

En la actualidad, la Asamblea de Delegados se ha convertido en un espacio inerte, donde no hay mayor debate político y mucho menos ideológico. Por eso está bajando la participación en las mismas. La gente no es tonta y si se da cuenta que en dicho espacio no hay una real discusión, pues dejará de asistir. Lo cual es perjudicial para el movimiento sindical y para la formación ideológica de sus dirigentes de base. 

Para retomar esta práctica profundamente democrática, es necesario simplemente una voluntad política clara. Los sindicatos de base deben exigir el derecho de acreditar a "delegados fraternos". No hay nada en los Estatutos de la CGTP que lo impida. 

Probablemente, muchos viejos dirigentes se van a oponer. Esto es así, porque hay una cultura de la desconfianza en los trabajadores. Y no debería ser así. mientras más politizados estén los dirigentes de base, todo el movimiento sindical saldrá más fortalecido. Todos aquellos que en el movimiento sindical quieren una mayor participación, deben insistir en acreditar "delegados fraternos" e invitar allí a las personas que a su juicio puedan aportar al debate sindical y político. Hay diferentes partidos políticos dentro de la izquierda, así como grupos, colectivos y movimientos que pueden aportar al debate y brindar mayores luces sobre el proceso social. 

Al final, quienes toman las decisiones, son los "delegados plenos", es decir, los representantes directos de la clase obrera. 


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