¿Merecen las mujeres una cuota de género?

Con este post espero iniciar una serie de temas que me provoca presentar a la luz del curso sobre autoreforma sindical que hice hace unas semanas.

El tema de la participación femenina en el movimiento sindical lo he presentado y discutido varias veces. Y generalmente, mi posición es una defensa acérrima por la participación de las mujeres trabajadoras en el sindicato y especialmente en las juntas directivas y en las comisiones negociadoras. Es decir, donde reside el poder sindical. Y para lograrlo, defiendo de manera convencida, la cuota de género.

Hoy en dia ya son pocos los sindicalistas que fruncen el ceño o  reniegan por la presencia de las mujeres en el territorio sindical. Es cierto que son pocos pero son (Vallejo dixit). El discurso actual del machismo sindical, ya no es la negativa firme, sino la resistencia pasiva agresiva del "paternalismo sindical".

"Las mujeres si deben ingresar al sindicato" dicen condescendiente, "pero deben capacitarse antes de asumir un cargo" concluyen. La premisa es que las mujeres son particularmente tontas, por lo que necesitan aprender bien antes de representar a los trabajadores.

Esta forma de paternalismo sindical es un argumento poco pensado pues basta indagar si los sindicalistas varones requieren de una capacitación especial antes de asumir algún cargo. No, en general no. Los hombres tenemos derecho a meter la pata, las mujeres no. Deben estudiar antes. ¿Porqué?

La cuota de género

En el proceso de incorporación de la mujer a la estructura de poder sindical ha tenido un rol fundamental la "cuota de género". A pesar de ser un mecanismo bastante antiguo, resulta cuiriosamente dificil de entender por los sindicalistas varones.

La cuota de genero es un mecanismo de discriminación positiva que permite brindar igualdad de oportunidades en entornos social e históricamente desiguales.

Pongamos un ejemplo: En un sindicato hay 100 afiliados, de los cuales 60 son varones y 40 son mujeres. La junta directiva tiene 10 dirigentes. Durante muchos los dirigentes han sido nueve varones y una mujer que indefectiblemente iba siempre a la secretaria de actas y archivo.  No estaba prohibido hacer otra cosa. Eran buenos dirigentes y las mujeres tenian menos tiempo, sus maridos no andaban muy interesados en que estuvieran metidas en esas reuniones sindicales donde habia tanto varón soltero, no querian ser dirigentas. En fin.

Supongamos que el hada roja de la autoreforma pasará por allí y dejara una cuota de genero del 30% para la junta directiva. ¿Que significa esto? pues que para la proxima junta directiva necesariamente deberia incorporarse por lo menos a tres mujeres entre los diez dirigentes.

Mucha atención a dos cosas: En primer lugar, es una incorporación obligatoria, compulsiva si desean. El sindicato se obliga a si mismo a hacer algo. Lo segundo, es que se trata de "por lo menos" un 30%. Podria ser más.

¿Qué creen que pasó? Primero, no fue fácil buscar tres mujeres disupuestas a asumir un cargo directivo. La gran mayoria no queria. Habia que hablar mucho y persuadirlas. Los cargos que les ofrecian tampoco ayudaban pues eran los más aburridos de la junta directiva.

Pero al final convencieron a tres de ellas. Así , en la siguiente junta directiva se incorporaron tres mujeres. Y durante un tiempo todos las observaron esperando que se equivocaran. Y claro, cometieron errores. Casi tanto como cualquier nuevo dirigente. No más, no menos.

El sindicato empezó a entender que ni era tan difícil ni se caía el cielo por tener mujeres dirigentes. Pero el sindicato gano en representación social de la clase. Era un reflejo más exacto del sujeto social al que se debe. Un sindicato es más democrático cuando representa mejor a sus afiliados. Con el tiempo, se crearía una masa de mujeres con experiencia sindical, ocuparían más cargos, entrarían a negociar los pliegos, aprenderían de sus errores,  y eventualmente tendríamos una secretaria general mujer.

Sin embargo, apareció una voz contraria donde menos se esperaba. La mujer que toda la vida había sido secretaria de actas era curiosamente la que más se oponía a la cuota de género. "Porque ellas entran a la directiva, así tan fácil, sin hacer ningún mérito y yo he tenido que ganarme el puesto con mi trabajo" 

Esta idea la he escuchado cada vez más entre muchas antiguas dirigentas. Es cierto que tiene su mérito ser la pionera en cualquier espacio, pero el compromiso de unas no puede ser usado para deslegitimar la participación de otras.

Es más, muchas mujeres consideran que es mejor eliminar la cuota de género, pues eso obligará a las mujeres a esforzarse más para ser dirigentes. Es claramente una visión elitista y discriminadora del rol del dirigente.

Para nadie es un secreto, que algunos sindicalistas, especialmente entre los dirigentes, consideran que tal condición  -la de ser dirigentes- es una cualidad supernatural, sobrehumana y los coloca casi en el Olimpo de los dioses. Es cierto que la historia ha demostrado que un buen puñado de los dirigentes sindicales han sido personas excepcionales en todo sentido. Héroes reales en la lucha de clases. Pero no son todos. Vamos, la gran mayoría ha hecho y hace su trabajo y eso ya es bastante. Y no olvidemos que bribones también hemos visto.

Algunas mujeres dirigentas se compran este discurso y ennoblecen tanto una labor sindical que resulta poco menos imposible acceder a la misma. Las dirigentas solamente pueden ser las más comprometidas, las más sufridas y abnegadas.  Una élite especial de walkirias o amazonas.

Y no es asi. Ser dirigente sindical, no es a priori, una élite. En verdad, cualquiera puede ser dirigente sindical. No tiene nada de sobrenatural o mágico. Ahora bien, ser un "buen dirigente" sindical ya es otra cosa. Pero incluso esto, tiene sus matices.

Y la única manera que el movimiento sindical tiene para descubrir quienes son "buenos dirigentes" de los simples dirigentes es probando a cada uno de ellos en el trabajo real y práctico. A tientas y errores encontramos a los y las mejores. No hay otra manera.

Y eso es lo que hace la cuota de género. Nos ayuda a encontrar "buenas dirigentas".

A veces me sorprende lo poco que avanzamos en este tema, a pesar de tanta evidencia concluyente a favor de la cuota de género. Incluso dirigentes muy progresistas y de vanguardia, vacilan y retroceden, cuando escuchan "cuota de género".

Pero cada vez sosprecho que la principal razón para que este tema no avance más y más rápido es la increible división de las propias mujeres en este tema. Esta idea del "no queremos nada gratis" como gran argumento para rechazar la cuota de género revela tal ignorancia en lo que significa igualdad de oportunidades en una sociedad estructuralmente desigual, que más parece temor a que le quiten la silla de secretaria de actas y archivo con la cual muchas se sienten tan cómodas.

Mientras las mujeres sigan tan divididas en este tema, el sindicalismo machista puede dormir tranquilo.    

En el próximo congreso de la CGTP las mujeres sindicalistas van apresentar una propuesta para generalizar -radicalizar suena mejor pero asusta mucho- la cuota de género y poner al sindicalismo peruana a la vanguardia en materia de inclusión sindical. Me temo que escucharé los mismos viejos y machistas argumentos en contra. Pero espero sinceramente que no sean las propias mujeres las que se opongan a la única medida real que les permite acceder al poder sindical sin quebrar la unidad. ¿qué les cuesta unirse en el tema de la cuota de género y ya una vez aprobado, tendrán todo el tiempo del mundo -y más dirigentas- para pelearse entre ustedes?.

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