El tema del aborto es parte de la agenda sindical

Hace unas semanas atrás el representante de la Iglesia Católica inició una suerte de cruzada contra el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo. El tema del aborto es visto como una supuesta "defensa de la vida". "Acción demoníaca" ha señalado el líder religioso al referirse a la defensa del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo.  Se opone en general a discutir el tema del aborto y en particular desea impedir que el Estado reglamente el protocolo del "aborto terapéutico" que tenemos en el país. Sin dicho protocolo pues no hay manera de realizar un solo aborto terapéutico.  

Más allá de lo pintoresco de las expresiones de Cipriani, como sabemos el problema es real. Especialmente para las mujeres trabajadoras. Es un tema complicado, por eso hay que ser lo más claro posible. 

Las mujeres abortan. No importa que sea ilegal. Es una realidad. Las mujeres con dinero abortan en clínicas rodeadas de médicos y enfermeras, bajo condiciones adecuadas de higiene y seguridad. ¿Y las mujeres pobres?, ¿las mujeres de la clase trabajadora? Pues abortan mediante comadronas, o aborteros, en lugares clandestinos bajo condiciones insalubres, poniendo en riesgo su salud y la vida misma, como hemos visto en un caso que salió a los medios.   

En las últimas décadas, las mujeres de los sectores populares vienen ingresando de manera sostenida al mercado laboral. Este acceso no es homogéneo, depende del lugar de origen, del nivel de estudios alcanzado, de las actividades económicas a las que apuntan y del número de hijos. 

Resulta claro que una mujer con más hijos, tiene por un lado, una fuerte presión para buscar ingresos alternos, pero a la vez, mayores limitaciones de tiempo. Las trabajadoras con más hijos difícilmente podrán acceder a empleos mejor remunerados, más estables, con mayores responsabilidades.  

En el Perú se calculan 370 mil abortos anuales. Más de mil abortos al día. Los abortos inseguros, es decir, los que realizan las mujeres más pobres son la tercera causa de de mortalidad materna. Muchas mujeres que trabajan, al salir embarazadas se exponen a perder su empleo. Las empresas no desean contratar a mujeres embarazadas. Si bien es completamente ilegal despedir a una trabajadora por quedar embarazada, la incapacidad del estado para proteger los derechos de las trabajadoras hace que en la realidad, una mujer en gestación generalmente pierda su empleo. Esta situación, obliga a las trabajadoras a proceder a abortar en condiciones de riesgo.

Es pues de interés directo del movimiento sindical apoyar el cambio en la legislación actual alrededor del tema del aborto. Si queremos construir un mercado laboral realmente equitativo, las mujeres trabajadoras deben ser dueñas de su cuerpo y decidir con plena libertad el número de hijos que desean tener. 

Si el Estado permitiera a las mujeres decidir con libertad sobre su cuerpo, dejarían de existir esa red de abortos clandestinos que ponen en peligro a las mujeres pobres. El Estado, a través del sistema público de salud se encargaría de atender a las mujeres que deseen realizar un aborto. Como en cualquier país civilizado.

Ciertamente, no es un tema sencillo en el movimiento sindical. Las pocas voces que han tratado de incorporarlo se han encontrado con posiciones contrarias. Como puede ser esperable, la prédica de los sectores conservadores de la iglesia católica tiene seguidores en algunos espacios sindicales. Asimismo, el machismo, ese molesto interlocutor, sigue presente en la cultura sindical.

Pero no por eso debemos de abandonar este tema. Parte del proceso de incorporar a las mujeres al sindicalismo pasa por construir una agenda femenina y sindical que incorpore este punto. Se trata de explicar con paciencia y claridad, las razones por las cuales debemos comprometernos para tener una política pública de salud reproductiva.



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