¿Has hecho el Servicio Militar?

¿Cuántos de los que leen estas líneas han hecho el Servicio Militar? Probablemente ninguno. Cuando era joven trabajé en un par de fábricas de la Carretera Central como obrero. En la fábrica, de cerca de un centenar de jóvenes asalariados solamente dos no habíamos hecho el Servicio Militar que en ese entonces era obligatorio. Algunos años después, cuando ingresé a la universidad, la relación era completamente inversa, pero el sistema seguía siendo obligatorio. 

El sistema era sencillo. Se llamaba “obligatorio” pero en verdad se trataba de un mecanismo muy selectivo. Las FFAA obligaban mediante “levas” a los jóvenes de los sectores más pobres del campo y la ciudad a enrolarse durante dos años en los cuarteles. Los jóvenes de clase media y alta nunca pasaban por este trance. 

Este sistema discriminador fue eliminado hace unos años. Y se optó por un modelo completamente voluntario como es la tendencia predominante en muchos países. Pero claro, en esos países, cumplir el Servicio Militar se encuentra articulado a un sistema de beneficios y ventajas que resulta si no atractivo por lo menos aceptable para muchos jóvenes. 

En el caso peruano no ha sido así. Hay un subsidio de poco más de 400 soles mensuales que reciben los jovenes enrolados. Las condiciones en los cuarteles, en cuanto a alimentación y vivienda dejan mucho que desear. A esto se suma, que muchos jóvenes con sólo dos meses de cuartel ya son enviados a zonas de conflicto en el VRAE. 

Cumplir el Servicio Militar podría resultar una opción válida para jóvenes de sectores pobres e incluso de clases medias si se presentara dentro de una perspectiva de acceso a la carrera militar, o como parte de una educación técnica o incluso como un acceso a formación universitaria en determinadas especialidades. Pero no ha sido así. 

Por estas razones, en los últimos años el número de voluntarios que al parecer requieren las fuerzas armadas se ha ido reduciendo drásticamente. Ante esto, el gobierno de Ollanta ha resuelto implementar un sistema que formalmente sigue siendo voluntario pero incorpora un sistema de sorteo para completar el número de conscriptos. 

En teoría es un sistema mejor. Pero ¿alguien puede creer que de la noche a la mañana, las familias de clase media y alta dejarán que sus jóvenes hijos e hijas compartan los cuarteles de las FFAA con el resto de los jóvenes peruanos en términos de igualdad? La sociedad peruana carece de espacios donde las diferencias de clase se encuentren de manera horizontal y puedan si no dialogar por lo menos reconocerse. Pensemos en algo tan cotidiano como el transporte público que en otras sociedades es un punto de encuentro pluriclasista y aquí es otro símbolo de diferencia y estatus. Para no hablar del sistema educativo nacional. 

La propuesta del gobierno entonces, puede parecer bienintencionada, pero termina siendo un pretexto para regresar al modelo discriminador que va a obligar a los jóvenes de las familias más pobres a cumplir un año de servicio militar. 

Los militares se quejan del reducido número de voluntarios. Tal vez sea momento de preguntarse si realmente es imprescindible un número mayor de conscriptos. ¿Estamos en guerra con algún país vecino? Queda claro que para enfrentar a los terroristas del VRAE no se requieren jóvenes del SMO (Servicio Militar Obligatorio) sino militares debidamente entrenados. ¿Por qué no pensar en unas FFAA de menor número y mejor equipadas?. 

En buena cuenta, el debate sobre el SMO es una parte de una discusión mayor acerca de la subordinación del poder militar frente al poder civil. Discusión donde, como vemos sigue perdiendo el lado que no usa uniforme.

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