Pedro Huilca Tecse a 20 años de su muerte

"Con toda firmeza, los representantes de los trabajadores le aseguramos a Fujimori que no le tememos. No tememos ni a sus exabruptos, ni tememos a sus ataques arteros, ni a su paranoia creciente. Nosotros somos peruanos, forjamos la riqueza del Perú con nuestras manos, trabajamos honradamente para mantener a nuestros hijos y dejarles en herencia orgullo y dignidad. Respondemos a las amenazas de quienes hoy son fuertes, pero que no tienen razón ni derecho para actuar en contra del pueblo. A ellos les decimos que nos mantendremos firmes, como lo hicieran antes José Carlos Mariátegui, Andres A. Cáceres o Túpac Amaru."

Pedro Huilca Tecse, luego del golpe de Fujimori, 1992


Hace 20 años, la vida de Pedro Huilca Tecse nos fue arrebatada. El secretario general de la CGTP fue asesinado en la puerta de su domicilio, un 18 de diciembre de 1992. La muerte del principal líder sindical no fue simplemente un acto de odio o venganza. Su muerte tenía un claro objetivo político.

El 5 de abril, de ese mismo año, es decir, poco más de siete meses antes, Fujimori dió un autogolpe, cerró el Congreso y asumió plenos poderes. El objetivo de Fujimori y su principal socio, Vladimiro Montesinos fue el de imponer las reformas neoliberales en nuestro país.

Para lograr esto, las fuerzas neoliberales eran muy consciuentes de los problemas que enfrentarian al tratar de imponer privatizaciones, reducción del estado, flexibilización laboral y los demás puntos de la receta neoliberal.

Los últimos años habáin sido un desastre económico sin precedentes. El primer gobierno de García terminó en medio de una inimaginable hiperinflación junto a una ola creciente de violencia terrorista. La crisis económica debilita sustancialmente a la clase media limeña. Sectores importantes de profesionales independientes se ven en serios apuros económicos, mientras los empleados y profesionales de la administración pública ven peligrar sus ingresos y sus puestos de trabajo.

La violencia política había debilitado a la izquierda local y por ende a los sectores vinculados a ella: estudiantes de universidades públicas y organizaciones barriales.

En este escenario difícil y complicado, contrariamente a lo que se piensa, el movimiento sindical logro resistir en mejor posición. Muchos sindicatos tenían pactados acuerdos de indexación salarial y de estabilidad laboral. La CGTP de los años 80s, era la central reconocida y luego de superado las disputas ideológicas de los años 70s, reunía a las principales federaciones y gremios a nivel nacional.

Los empresarios tenían claro que cualquier cambio en el marco de la política económica y el rol del estado en la sociedad, pasaba por un fuerte ajuste con el modelo de relaciones laborales que estaba aún en pie y que venía desde la época de la gran pesadilla de los empresarios: Velasco Alvarado.

Si bien Belaúnde y García trataron de debilitar al sindicalismo de clase, y a pesar de los errores propios del movimiento sindical, éste aún era fuerte en el escenario laboral y político.

Para Fujimori y Montesinos era claro que tanto las políticas neoliberales y las prácticas de corrupción que se empezaban a construir en los primeros meses de la dictadura tenían un obstáculo firme en la CGTP.

En una reunión de CADE, cuando los empresarios se veían obligados a invitar a los líderes sindicales, el dictador Fujimori lanza una amenaza a Pedro Huilca allí presente. Gestos como éste no fueron los únicos. El mensaje del gobierno era claro. Su objetivo era doblegar al movimiento sindical.

Ya en otros momentos, importantes líderes sindicales habían sido asesinados por las fuerzas de la reacción y el senderismo. Saul Cantoral, secretario general de la Federación Minera fue abatido en las vísperas de una huelga nacional minera en febrero de 1989, durante el gobierno de García. Enrique Castilla, secretario general de la Federación de La Unión Textil fue asesinado por senderistas el 31 de octubre de ese mismo año.

La vida del secretario general de la CGTP se encontraba en serio peligro. Pedro Huilca había sido un joven dirigente de construcción civil en el Cusco, donde además era estudiante universitario. En 1992 asume la conducción de la CGTP, dos meses antes del golpe de Fujimori. 

Huilca tenía claro que en esos momentos, el objetivo principal era conformar un gran frente nacional contra la dictadura y el neoliberalismo. Días antes de su muerte anuncia en una amplia movilización, esta importante decisión. En ese momento, el sindicalismo de clase tenía aún la fuerza, estructura y condiciones para liderar efectivamente una amplia resistencia a las reformas neoliberales. La historia del país hubiera sido muy diferente de no haberse realizado el asesinato de Pedro Huilca. 

El 18 de diciembre de 1992, en horas de la mañana, efectivos militares del Grupo Colina asesinan al líder sindical saliendo de su domicilio. 

Su muerte fue un golpe devastador para las fuerzas sindicales. Pedro Huilca era desde muchos puntos de vista, el más sobresaliente líder de la generación de sindicalistas de los 90s.  Por estas razones, debemos recordar siempre que no fue mediante el diálogo, la persuasión o la razón de sus planteamientos, ni por la eficacia de sus propuestas que el neoliberalismo se implanta en las relaciones laborales de nuestro país. No. Lo cierto es que toda la reforma laboral en el Perú se construye sobre el asesinato de Pedro Huilca Tecse. 

Han pasado 20 años. El dictador y sus cómplices han sido debidamente encerrados. Sin embargo, el modelo de relaciones laborales que nos rige sigue siendo el dictado por Fujimori y Montesinos. El mismo modelo que privilegia a los empresarios, que limita huelgas, que restringe la negociación colectiva y reduce derechos sindicales.  

La larga y oscura noche del abuso y la prepotencia sigue a 20 años de la muerte de nuestro Pedro Huilca. Que nadie se llame a engaño o error. Los objetivos por los que luchó y murió Pedro siguen en disputa. Seguimos aspirando a construir una sociedad más justa, solidaria, con sindicatos fuertes y una real democracia. 

Y en esa lucha, está con nosotros como antes y como siempre, Pedro Huilca. Pedro Huilca está con nosotros en cada nuevo sindicato, en cada joven dirigente, en cada marcha, en cada asamblea. No lo podemos olvidar, pues está con nosotros. Esa es la más contundente derrota de sus asesinos.



PD. Un articulo escrito hace diez años



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