Sobre una nota del compañero Isidor Boix sobre el sindicalismo global


Las perspectivas del sindicalismo a nivel mundial es uno de los temas que despierta mi interés y pasión. Más cuando las reflexiones demuestran buena sesera y no se limitan a los panegíricos al proletariado mundial. Isidor Boix escribe bien y es uno de los cuadros sindicales que más sabe del tema. hace unas semanas ha publicado en su blog un artículo titulado "Por un sindicato conscientemente global". Apenas lo leí, tenía el interés de comentarlo. El incremento de la actividad sindical en Lima estas semanas me lo había impedido, así que por fin he tenido un tiempo para ordenar algunas ideas y muchas preguntas sobre el tema.

Con Isidor estamos de acuerdo en la idea básica que entiende al sindicalismo como "organizador de intereses". Esto es vital y tal vez parezca muy obvio, pero desde aquí (en Perú y creo que en América latina), hay una suerte de "esencialismo partidocéntrico",  que pone al sindicalismo como una suerte de alter ego del partido y eso nos ha complicado la vida a lo largo del tiempo. Ahora, la situación es menos compleja que en los 70s-80s, pero no es completamente ausente.

También es cierto que incluso por estos lares, tenemos un sujeto social más heterogéneo. Bajo la noción de proletariado subyacen una multitud de rostros, prácticas e intereses muy delimitados. Sin embargo, no basta definir las diferencias al interior de los asalariados sino detenernos a ver en que parte de esas diferencias está -y no está- el sindicalismo.

Como sabemos, históricamente, el sindicato fue la expresión de una acción social que venía desde los más pobres; el esfuerzo solidario de los humillados y maltratados. Esta situación tan bien expresada en la idea de un actor social que sólo tiene que perder sus cadenas, de seguro tuvo un asidero en la realidad, pero más que nada fue fue un elemento constitutivo de la identidad social del proletariado. En el imaginario colectivo, los asalariados se reconocían y eran reconocidos, precisamente por esta condición de precariedad estructural. Es desde allí que se desarrolla una acción sindical por encima de corporativismos y fronteras nacionales.

En la actualidad, tanto en el norte como en el sur, el sindicalismo esta más en la sombra que en el sol.
Los sectores más desprotegidos, es decir, jóvenes, mujeres, migrantes y los menos capacitados, son los sujetos que más necesitan de la acción sindical pero precisamente es en ellos donde las tasas de organización y afiliación son menores.

Obviamente, de esto podemos desprender la exigencia por incrementar los esfuerzos organizativos y de afiliación. Bien. Pero hay que notar que esa disonancia puede ser explicativa. Para decirlo más claramente ¿cómo afecta a la acción gremial que el grueso del actor sindical este asentado en los sectores asalariados más protegidos y menos vulnerables?

Entonces, no se trata solamente de heterogeneidad, sino de jerarquía y poder. El interlocutor puede ser el mismo ciertamente, pero no es lo mismo trabajar para Telefónica en Madrid que en Lima. Hay una asimetría entre necesidades y voz, que sea probablemente la causa del fracaso de las jornadas mundiales por el trabajo decente.

Empleo, salarios y condiciones de trabajo son efectivamente los ejes centrales en una agenda sindical. Ciertamente para unos se trata de defender lo que se tiene y para muchos otros de conquistar lo que no se tiene. Este matiz ¿no supone una diferencia sustancial en estrategias y temperamentos de los movimientos sociales?

Ciertamente el corporativismo es uno de los problemas más serios el sindicalismo confederal en Europa.
Lo que nunca me queda claro en la actuación del corporativismo es la línea que separa -si lo hace- los intereses de clase en términos nacionales, de los intereses de estado. Una hipótesis pesimista entonces sería asumir que determinados sectores del asalariado europeo asumen los intereses de su estado-nación. Lo grave es que dichos sectores estén a la cabeza de las organizaciones sindicales mundiales.

¿Cómo esperar una acción solidaria global cuándo es convocada por quiénes no están interesados en la misma?  Isidor señala con claridad que los problemas de los trabajadores en el sur afectan también al norte, lo cual nadie podrá discutir. Pero siento que aún se tratan de invocaciones morales, de un llamado a un deber ser de la acción sindical antes que a revelar una necesidad real de los asalariados bienpuestos del norte. ¿Y si ese sector tiene más que perder?

El texto de nuestro compañero y amigo Isidor, ilumina muchos de los problemas que enfrenta la acción sindical global, y gráfica con bastante claridad, lo que deben ser las enormes dificultades de una praxis sindical consecuente en un entorno tan matizado por corporativismos y burocracias asentadas. Tal vez, la necesidad de una real acción global, que convoque a los asalariados en general implica una coordinación más cercana entre todos los sujetos interesados en dicha acción sindical consecuente. ¿Los más progres en la CSI están haciendo todo lo que pueden hacer? Y desde afuera, ¿qué se puede hacer?  


Comentarios

  1. El sindicalismo global y total como se espera es una utopía. Tal vez no sea necesario si evolucionaramos como personas a entender lo valiosos que somos todos. Yo quedo admirado con paises como Alemania que en plena epoca de crisis, sus empresarios, gobierno y trabajadores acuerden en evitar hacer reducciones de personal, beneficios, pensiones (eso llamo evolución) y otros como Francia, España que hacen todo lo contrario... Saludos, José.

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