Huelga en Camposol: 9 de julio

Nuevamente el combativo Sindicato de Camposol inicia los trámites para realizar una huelga. En oportunidades anteriores el conflicto ha dejado un alto número de detenidos, y trabajadores agredidos por la fuerza policial. 

Los motivos de la paralización son evidentes y están explicados en el comunicado de la Federación de Agroindustria de La Libertad. La empresa ha formado "sindicatos amarillos" es decir patronales donde ofrecen aumentos simbólicos y luego obligan a los trabajadores a renunciar al sindicato de clase para afiliarse a dicho gremio controlado por los empresarios. Se despide a dirigentes sindicales que además son miembros de la comisión negociadora. Se despide a sindicalizados para contratar nuevo personal sin afiliación sindical. Y para rematar, la empresa quiere firmar un convenio por cinco años sin amento general para el sindicato. 

Todo esto es parte del manual de acciones antisindicales que realizan las empresas en todo el país, y más aún contra los trabajadores de la agroindustria. ¿Porqué se aprovechan de los trabajadores y trabajadoras de la agroindustria? Pues porque están divididos y desorganizados. El sindicato de Camposol a pesar de reunir a cerca de 700 afiliados, es un sindicato minoritario, pues la empresa en temporada alta contrata a cerca de seis mil trabajadores entre temporeros y de planta. 

El próximo viernes empieza la huelga. Lo más probable es que la Dirección Regional del Ministerio de Trabajo -en abierta complicidad con la empresa Camposol S.A.- declare improcedente la huelga. En esa situación, la dirección sindical probablemente iniciará de todas maneras la medida de lucha mientras presenta una subsanación al expediente de huelga. Luego en uno o dos días saldrá la declaratoria de "ilegalidad" de la huelga, con lo que el retorno al trabajo debe ser casi inmediato o corremos el riesgo de ser despedidos. 

Esta historia ya la conocemos y sabemos como se desempeña cada actor. La huelga si logra una presencia en los medios, -es decir, si Camposol S.A. no se asegura mediante su presión económica de que haya un silencio mediático-, y logra convocar a todos sus afiliados y finalmente pero más importante, si logra afectar la economía de la empresa; podrá cambiar la actual correlación de fuerzas. 

Es muy difícil sinceramente. Y lo es, no por culpa o responsabilidad de los compañeros del sindicato, sino por la propia estructura organizativa que tienen. Un sindicato de empresa en el campo no puede derrotar a una empresa agroindustrial. El secretario general del sindicato de Camposol, Walter Campos es un joven trabajador con mucho entusiasmo pero poca experiencia sindical. Y ya antes ha tenido una conducta dubitativa en situaciones similares. 

La lucha de los trabajadores y trabajadoras de Camposol es una gesta valiente y tenaz, pero condenada al fracaso. Sirve para que algunas ONGs justifiquen sus redes, alianzas y proyectos. Sirve para hacer un acto de presencia pero nada más. Los resultados siguen siendo contrarios a los intereses de los trabajadores y trabajadoras.

La "Federación" en La Libertad es una reunión de tres sindicatos profundamente debilitados. No ha significado un factor de acumulación de fuerzas sino un cargo más para Campos y compañía. El viernes, el sindicato de Camposol inicia una huelga pero las otras dos bases de la Federación no pueden hacer una huelga de solidaridad, pues la ley desde la reforma fujimorista, elimino este tipo de huelga. Les queda apoyar de manera moral, o con algunos compañeros en sus ratos libres. ¿Golpe económico? Nada.

Es que en el sindicalismo agroindustrial hace tiempo se ha olvidado una lección muy simple y muy básica de la lucha de clases: la huelga es un arma económica. Las otras dimensiones de la huelga son secundarias y complementan el golpe económico. Pero, para los nuevos asesores del sindicalismo en la agroindustria,  la huelga tiene otras lecturas. Para los activistas de ONGs basta aparecer en un medio de prensa o con suerte en la televisión. Así tenemos las "fuentes de verificación" que el proyecto requiere.  Por otro lado, para los "ultras" universitarios la huelga se mide por el nivel de represión que alcance. En el entendido que una huelga es una escuela política. 

Y efectivamente, aparecer en la TV y educar políticamente son tareas necesarias y parte del proceso de conciencia ciudadana o revolucionaria. Pero no es lo central. Al final, una huelga se mide por el tipo de convenio colectivo que has logrado firmar. Por los resultados concretos. Por el aumento que hemos ganado. Y para ganar, tienes que golpear el bolsillo del patrón. Pues en el bolsillo está todo aquello que al patrón le importa. 

Pero todo esto no puede hacerlo la actual estructura organizativa de los sindicatos de agroindustria. Los sindicatos de empresa en el agro no funcionan. Nunca lo han hecho. Ni aquí ni en alguna parte del mundo. Necesitamos organizaciones de rama. Sindicatos agrarios por valle, región y nacional. 

Un sindicato nacional que luche por una gran huelga agraria, en todos los valles agroindustriales. Una gran huelga nacional en el momento más alto de la temporada de cosecha. Una huelga de rama que organice a todos los trabajadores y trabajadoras de la agroindustria contra el puñado de empresarios agroindustriales.  

No sé cómo se desarrollará esa gran huelga nacional agraria, ni cuanto deberá durar, pero tengo la certeza que después de ella, muchas cosas habrán cambiado en las relaciones de poder en el agro peruano. 

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